Titán (Mx) + Pato Watson (Mx) + Laura Put (Es)
Sábado, 23 de noviembre de 2024.
Fecha
Viernes, 9 de diciembre de 2022.
Horario
12:30 h
La escena musical independiente mexicana tiene varias caras y muchos sabores. Es una paleta infinita de tonalidades. Son tantas escenas, que no podemos hablar de una en concreto. Las ciudades más prolíficas históricamente son cuatro: CDMX, Guadalajara, Monterrey y Tijuana. Podríamos llenar cuartillas y cuartillas con agrupaciones y proyectos de estas latitudes.
Esfuerzos como el Festival Doña Pancha, nacido en Tecate (BC) hace más de diez años abrieron brecha para una nueva generación de festivales. Nombres como Juan Cirerol, Maniquí Lazer, El Muertho de Tijuana, Los Nuevos Maevans, Fax, San Pedro el Cortez, Norwayy, Par Ásito, Chivo Negro, Peor Aún, Lumen Lab, Aloe Vera, Los Mundos; dieron la cara por la escudería nacional y sirvieron como fuente de inspiración para nuevas generaciones de músicas/os. Se abrió la Caja de Pandora hasta llegar a una edición del Festival nada menos que en el Ballesta Bar de Madrid.
Para descubrir el panorama mexicano de actualidad basta echar un chapuzón por Bandcamp para corroborar la excelente salud que viven las micro escenas alternativas. Gente como Hole Records, quien escudriña minuciosamente para conseguir propuestas de lugares insospechados, Los Kowalski (Mérida), Choco Bestia (Guanajuato), Procesiones Celestes (San Luís Potosí), o Flor de Kapomo (Ensenada/Durango/CDMX), son dignos embajadores del sello.
En España, al margen del circuito de festivales de verano y las escenas que giran en torno a las grandes ciudades, hay pequeños espacios que se mantienen vivos en la periferia gracias al empuje y voluntad de grupos de personas que trabajan para que la música siga viva en los márgenes. Espacios como Liceo Mutante en Pontevedra, Lata de Zinc en Oviedo, La Residencia en Valencia o el Arrebato en Zaragoza -por citar algunos-, ven crecer multitud de bandas alrededor de sus esfuerzos. Espacios abiertos en los que músicas/os de diferentes estilos encuentran un lugar en el cual expresarse y desarrollarse. En DEscentral contaremos con algunas de esas bandas porque no solo en las grandes capitales se hace música increíble.
La creación del ciclo DEscentral, busca empatar propuestas españolas y mexicanas que de manera alterna converjan en los mismos espectros sonoros. Grandes héroes y heroínas anónimos/as que defienden a rajatabla la escena independiente.
En esta última edición con la que cerramos el año presentamos a La Puga María, desde México, y Dalsi, desde España.
La Puga María (Mx)
La Puga María es una artista multidisciplinaria, cantante y compositora de Oaxaca que reside actualmente en Guadalajara, México. Su música oscila en géneros como el bedroom pop hasta electro-folk, composiciones suspendidas en ambientes electrónicos y vocales melancólicos, usando diversos instrumentos desde la guitarra acústica hasta los sintetizadores. Desde el 2020 en tiempos pandémicos comienza su proyecto solista, usando la música para hablar de la tristeza y la pérdida. Inspirándose en el cotidiano, lo que le rodea, familia, amigues y sobre todo su perrito. Describe su proyecto como “música triste para escuchar bajo la lluvia».
Dalsi (Es)
Dalsi son Toñi, Anton, Tania, Nuria y Dani, son de Vigo y hacen pop. Canciones de amor para cuando estás de bajón. Abanderados de la ética twee-pop, este quinteto hace que los Pastels suenen a los The Cure más luminosos o a Ariel Pink después de un empacho de discos de Heavenly. En cualquiera de sus diferentes mutaciones, el eje de rotación siempre es articulado en torno a la belleza eléctrica desplegada por guitarras de caramelo y voces de embaucadora ingenuidad infantil. Alrededor de dicha fórmula, emerge toda clase de tonadas. Algodón de azúcar para los oídos tan sabroso como sus estribillos-gominola y su irresistible aureola primaveral. Sólo así pueden surgir bocados tan sabrosos como “Primavera” o “Soy una flor”. Cepos para días grises con los que nos arrastran a trampas de las que no querrás escapar los lunes ni cualquier otro día de la semana. Demasiado rico como para no invitar al empalague.
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