Espacios de resistencia. Catálogo inexacto de la naturaleza en los bordes de una ciudad

Un proyecto de Arte+Ciencia y Bios ex Machina coordinado por Maria Antonia González Valerio

Fecha

Martes a domingos. Del 4 de marzo al 25 de junio de 2023.

Horario

De martes a sábado de 11:00 a 21:00 y domingos de 10:00 a 16:00

La Cantera Oriente es un espacio de investigación científica y forma parte de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) de la UNAM, una reserva natural dentro de la Ciudad de México. Como todo lo que habita dentro del contorno urbano, la historia de este particular lugar no es linear ni simple y no se presta a una definición precisa. Entender qué es este sitio requiere de una mirada pausada que vaya inquiriendo acerca de lo que hay a través de su historia y de la escucha atenta de sus participantes.

La Cantera no se resuelve en ningún estudio metódico que pretenda inventariar a sus habitantes, que quiera pesar sus piedras o medir el impacto de sus aguas. Esto tiene que ser un encuentro diletante sin intención, un mero dejarse llevar por este territorio que resiste, que ofrece un remanso calmo.

La historia empieza hace miles de años con la explosión del volcán Xitle. Sobre esa lava está construida Ciudad Universitaria, punta de lanza de un plan de urbanización a mediados del siglo XX, que habría de pugnar por desbordar los límites de la ciudad colonial y llevarla hasta donde antes no era posible. El territorio inexpugnable del pedregal se mantuvo fuera de la urbanización y de sus vialidades hasta que en un proyecto arquitectónico modernista le fue entregado a la ciudad.

Se necesita mucha dinamita para romper las rocas y convertir eso en un espacio humanamente habitable; se necesita expulsar la fauna endémica, largar víboras y tlacuaches; trastrocar la escasa vegetación en exuberantes jardines; transmutar lo inhóspito en belleza. Se necesita mucha voluntad. Y dinero.

Del paisaje originario no queda casi nada. La UNAM ha decidido resguardar algo de aquello en la REPSA, a pesar de las presiones de urbanización que provienen de todas partes, incluida la misma Universidad. La ciudad es insaciable. Ningún espacio basta. Ninguna frontera natural es ya infranqueable. La totalidad del mundo está a nuestro alcance y al de nuestras máquinas.

Lava solidificada. Las piedras. Quebradas y vueltas a romper para hacer ciudad, para devenir calles por las que habría de circular el nuevo y predilecto habitante de la urbe: el automóvil. La UNAM otorgó al gobierno capitalino la concesión para explotar la piedra basáltica, para sacarla de allí, convertirla en asfalto y hacernos andar por los vestigios del Xitle. Expandidos. Desperdigados.

Desde 1970 y hasta 1994 se extrajeron más de cinco millones de metros cúbicos de material basáltico de la Cantera Oriente. La urgencia de hacer calles pavimentadas era apremiante.

La excavación, profundísima, llegó hasta el fin de la tierra: el agua, a borbotones. El manto freático apareció. Y todo se inundó. Piedras cubiertas de agua.

Proteger lo que queda. Insurrección. Enfrentarse a las máquinas. Detener. Así surgió la REPSA en la década de 1980 y bajo ese espectro se resguardó, desde 1996, la zona inundada. Ese gran hoyo que pasó a estar nuevamente al cuidado de la UNAM.

Pero nada se detuvo. La planta de asfalto fue reterritorializada, desplazada a unos cuantos metros y allí comenzó todo otra vez. Porque la ciudad necesita piedra. Porque la ciudad necesita vialidades (llenas de baches). Porque no podemos dejar de movernos, porque los vehículos tienen prioridad en esta idea del mundo que nos hemos inventado.

La UNAM ganó para sí un gran hoyo inundado. Pero no del todo vacío. Parte de los escombros del devastador sismo de 1985 fueron volcados en la Cantera. Y allí continúan. Haciendo suelo. Envueltos por raíces. Habitados por hormigas. Cubiertos de tierra. Allí yacen los pedazos de tabique, de azulejo, de concreto y las varillas oxidadas y retorcidas que se elevan hacia el cielo abierto. Ruinas dolientes de ciudad ruinosa. Biodiversidad.

Cuando el agua aparece, todo transforma. Un territorio lacustre emerge. Surge la vegetación acuática y los animales vienen. ¿De dónde proceden? Del laboratorio, como los ajolotes; de las casas aledañas, como los gatos; de cielos nórdicos, como los patos migratorios; de la expulsión de otros barrios, como los tlacuaches y cacomixtles; de los bestiarios, como el perro escondido en las grutas pedregosas; de los acuarios, como las carpas; de quién-sabe-dónde, como todos-esos-que-no-sabemos-nombrar.

El listado de habitantes que gustan del manantial no puede ser exhaustivo. Hay habitantes permanentes con los que se establecen vecindades. Otros que van de paso. Algunos tremendamente ruidosos, como lxs jugadorxs de Pumas, a quienes se les permite entrenar del otro lado de una franqueable barrera; otros iridiscentes, como las libélulas que pululan entre agua y matorrales; otros desafiantes, como los gavilanes, que nos avistan desde las alturas.

Las canchas de entrenamiento del club deportivo Pumas A.C., irrigadas constantemente por ese manantial, quisieran estar ocultas de miradas indiscretas que descubran jugadas ganadoras, pero lo cierto es que son del todo observables desde lo alto de la Cantera, en el borde del precipicio, más allá de la frontera: Santo Domingo, el otro lado, ominoso.

El fastuoso proyecto de Jardines del Pedregal, bajo la égida de Luis Barragán, una de las cumbres de la modernidad arquitectónica en nuestro país, tendría su contraparte en las invasiones que con otro tipo de violencia se llevarían a cabo sobre los pedregales coyoacanenses: Ajusco, Santa Úrsula y Santo Domingo. Esta última es la más reciente.

1971. Año en que Luis Echeverría embate otra vez contra lxs estudiantes. Golpizas. Represión. La Masacre de Corpus Christi. Después, “la conciliación”, una faz “pacificadora”. Cuando, a solo tres meses del halconazo, entran miles de invasores a apropiarse de terrenos comunales en el pedregal, en los límites de Ciudad Universitaria, el gobierno tolera y al poco tiempo lo expropia.

Urbanizar el pedregal de este lado, con mazo y cincel, resistiendo la pobreza, las amenazas, las injusticias, la barbarie. Resistiendo. Vienen de todas partes. Migración indígena. Plurilingüismo. Se abren paso entre las piedras. Convierten lo hostil en morada. Persisten entre tequios y faenas. Las precarias viviendas se estremecen con las explosiones en la Cantera. La planta de asfalto horada. Desde arriba observan cómo va creciendo ese hoyo que llega hasta los 40 metros de profundidad. Un hoyo que también habría de convertirse en tumba. En los linderos de la Cantera, en la frontera que es Santo Domingo, van apareciendo las cruces, los nichos, los memoriales para recordar a quienes desde allí han saltado en busca de otros cielos.

La ciudad es un lugar de amenazas. Aquí nada tiene su sitio. Todo espacio es negociado. Abruptamente. Disímiles, plurales, indóciles, de intensidades variables, las fuerzas. Los mecanismos de poder. Los desplazamientos. Perturbaciones. El espacio se transforma, deviene.

Silencio. Se acalla la ciudad entre los pétreos muros de esta oquedad. Entonces, las aves. La estridencia de sus cantos y llamados. Cuando la ciudad amaina le da oportunidad a lo demás. Y respira. Por un rato.

María Antonia González Valerio

Con muchas ganas presentamos la primera exposición del 23 en nuestra Sala de Exposiciones_0. Esta muestra irá ligada a un fuerte programa público que arranca al mismo día de la inauguración.

4 de marzo 

12:00: Acto Inaugural / Espacio X

13:30: Concierto de Lena Ortega y Guillermo Guevara: Bosque vacío

29 de marzo 

19:30: Charla con Sixto Castro (Es) / YouTube CCEMx

25 de abril

19:30: Charla con Sofía Falomir / Sala Panorama

29 de abril

16:00: Caminata por Ciudad Universitaria, con Joaquín Díez Canedo N. (el horario puede cambiar, según las lluvias) / CU, UNAM.

Inscripciones: AQUÍ

9 de junio 

19:00 Concierto de Rossana / Espacio X

BIO

“Espacios de resistencia. Catálogo inexacto de la naturaleza en los bordes de una ciudad” es un proyecto de Arte+Ciencia y Bios ex Machina que reflexiona sobre los modos de ser de la naturaleza en los enclaves citadinos. Busca comprender nuestro trato con el entorno desde una perspectiva crítica que cuestiona la historia de la urbanización de la Ciudad de México.

 La naturaleza se da en un diálogo continuo con el urbanismo, donde las negociaciones han dependido de diferentes ejes de organización, siendo lo agrícola y lo vehicular sus principales coordenadas. La ciudad se ha transformado infinidad de veces, y su crecimiento se ha desbordado más allá de los márgenes que en algún momento fueron considerados como fronteras geológicas naturales, así: el pedregal de San Ángel.

El territorio de la Cantera oriente, parte de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) que administra la UNAM, ha servido como eje de reflexión para realizar un trabajo de campo en el que se exploran diferentes (des)apariciones de la naturaleza en un entorno citadino, así, el sonido (de máquinas y aves), el agua (los lagos en la Cantera emergieron cuando la excavación de la zona llegó al manto freático), los suelos (como sustrato de crecimiento pero también como receptáculo de residuos, pues la Cantera alberga parte del escombro del sismo de 1985), los animales silvestres (¿dónde está lo animal en la ciudad?), etc.

Arte+Ciencia (A+C) fue fundado en 2011 bajo la dirección de María Antonia González Valerio dentro de la UNAM, tiene su sede principal en la Facultad de Filosofía y Letras. Su labor principal es la apertura y consolidación de la línea de investigación y creación sobre artes, ciencias y humanidades dentro de la universidad.

A+C defiende una comprensión de las ciencias de la vida y de la episteme biológica en términos plurales, que ponderan la historia, la ontología y la cultura. El grupo de investigación ha logrado reunir investigadorxs, estudiantes de distintas disciplinas, artistas y curadorxs, quienes comparten sus perspectivas sobre discursos y prácticas provenientes de las humanidades, las ciencias de la vida y las artes, principalmente. Los resultados de esta vinculación se caracterizan por su dimensión inter y transdisciplinar, así como por la diversidad de productos realizados, que incluyen exposiciones, obras de arte, festivales, talleres, congresos, conferencias, conciertos, libros y artículos, docencia a nivel licenciatura y posgrado y un sinfín de actividades.

El colectivo artístico Bios ex Machina es parte de A+C, activo desde 2011 está conformado por científicas y científicos, humanistas y artistas, quienes trabajan de manera transdisciplinar para producir obras que entrecruzan los mundos del arte, la ciencia y las humanidades. Ha producido obras de carácter transgénico y biotecnológico, obras sonoras, instalaciones multimedia, entre otras. Ha exhibido en América y Europa. 

Espacios de resistencia es un proyecto de Arte+Ciencia y Bios ex Machina:

 Cecilia Calderón Pichardo

Joaquín Diez-Canedo Novelo

Deborah Dorotinsky

Sofía Falomir Sánchez

Krisares Athena González Rodríguez

María Antonia González Valerio

Eva Guadalupe Hernández Avilez

Minerva H. Trejo

Marco Antonio Lara Martínez

Sebastián Lomelí Bravo

Rob Madrid

Cuitláhuac Moreno

Lena (Leena Lee) Ortega Atristain

José Alejandro Panting Balderrama

Mercedes Pascual Zavala

Alejandro Ortiz González

Rodrigo Ramírez Sánchez (ioet)

Alejandra Rivera Quintero

Rosaura Ruiz Gutiérrez

Ludmilla Villaseñor

Con la colaboración especial de:

José Luis Cuevas

Andrés Garay

Tania de León Yong

Jaime Lobato

Bioscénica

 

 

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