Paréntesis: Relatos desde la incertidumbre

Una exposición curada por Suset Sánchez Sánchez

Fecha

Martes a domingos. Del 11 de febrero al 21 de mayo de 2023.

Horario

De martes a sábado de 11:00 a 21:00 y domingos de 10:00 a 16:00

La exposición Paréntesis. Relatos desde la incertidumbre, fruto de la convocatoria homónima lanzada en febrero, cuenta con 51 proyectos artísticos de los 18 países en los que está presente la Cooperación española a través de la Red de Centros Culturales (aecid), la Academia de España en Roma y el Centro de Formación de Cartagena de Indias (Co).

Paréntesis. Relatos desde la incertidumbre muestra un amplio espectro de reflexiones personales y colectivas que relatan las plurales experiencias de la pandemia en distintos contextos geopolíticos. Estos proyectos, que nos aproximan a las incertidumbres de un tiempo presente atravesado por las crisis políticas, sociales y económicas que conlleva la excepcional situación global que estamos viviendo, abordan el complejo horizonte existencial post-COVID desde los territorios de la estética, la poesía y el discurso crítico.

Encontraremos imágenes que provienen de las lentes de fotógrafos documentales que han registrado la transformación de las ciudades desiertas tras los confinamientos; o las lacerantes fotografías de la supervivencia al límite en aquellos contextos sociales marcados por la precariedad y la pobreza que obligan a los niños a salir a la calle en busca de agua, o a los colectivos de migrantes a reivindicar sus medios de subsistencia y formas de trabajo en una economía informal que acontece en el espacio público.

Estarán presentes los nuevos imaginarios que han transformado los rostros de las personas en declaraciones estéticas y políticas sobre las condiciones de aislamiento social acentuados por la pandemia, y que ya formaban parte de la cotidianidad de un mundo híper mediatizado donde las tecnologías han sustituido los rituales comunitarios de convivencia. Otras obras nos invitarán a tomar conciencia del espacio que habitamos y cómo se relacionan nuestros cuerpos con y en esos lugares que ahora están acotados por nuevos conceptos de distancia social. En clave de humor, bajo los formatos de novelas gráficas, bitácoras individuales o paisajes sonoros, los artistas cuentan hora tras hora, día a día, las sensaciones del confinamiento en soledad, junto a familiares o mascotas.

Un lenguaje que abunda en la muestra es el del audiovisual a partir del que algunos creadores han elaborado piezas a medio camino entre el documental y la ficción para traducir los sentimientos y circunstancias del encierro. Estas obras introducen en la exposición temas tan importantes y urgentes de atender en las políticas públicas como la salud mental, la falta de recursos en el tratamiento y la investigación de otras grandes y devastadoras pandemias de los siglos xx-xxi como el cáncer o el sida, reflejo de ello son las obras como las de Milko Delgado (Panamá), Meera Sachani (Panamá), Tania Madrigal (El Salvador), El Precipicio Films (El Salvador), Rosalía Banet (España), Rodrigo Figueroa (Bolivia), Ariel Sosa (Honduras) o Movimiento en Colectivo/MEC (Colombia).

También hay espacio de visibilización de problemas como la conciliación laboral con la vida familiar, los cuidados maternos, la dependencia de las personas de la tercera edad; la violencia de género y su lamentable escalada durante el confinamiento; la convivencia interespecies y la impostergable toma de responsabilidad ante la crisis ecológica del planeta.

Otras obras abordan la crisis y precarización de la vida y condiciones de trabajo de los sectores profesionales de la cultura con el cierre de museos, bibliotecas, cines, salas de concierto, teatros; y la suspensión de festivales, bienales, ferias, etc. Desde perspectivas intimistas y con sus propias voces, actores y actrices, bailarines y bailarinas, cineastas e intérpretes de diversas disciplinas se preguntan por el futuro de sus profesiones, de sus trabajos; pero también por las implicaciones que en sus cuerpos y subjetividades tiene este impasse que los ha obligado a dejar de ensayar, de entrenar, de trabajar en equipo. Reflejo de ello son obras como las de Violeta Mora (Honduras), Miguel Oniel Díaz (República Dominicana) y Silvia Jácome y Adriana Jácome (Cuba), ahondan en esas problemáticas y sus consecuencias para el proletariado cultural.

Es importante resaltar dentro de los proyectos incluidos en la exposición un conjunto de experiencias colectivas y estrategias poéticas para recuperar la memoria de las personas fallecidas por COVID-19 y acompañarlas en una despedida simbólica que no ha podido tener lugar por la suspensión de los rituales en torno a la muerte y la prohibición de la celebración de funerales, entre otras tradiciones populares y colectivas. El bordado de 22 metros de la Colectiva para remendar (Chile) está construyendo un memorial con los nombres e historias de las víctimas de la pandemia; al tiempo que el propio hecho de juntarse para bordar se convierte en un tiempo de duelo compartido, una despedida que rinde homenaje a los familiares que ya no están con cada puntada. La exposición Paréntesis quiere sumarse a este homenaje en cada una de sus estaciones, en los 18 países por los que itinerará la muestra.

Varias propuestas dan cuenta de la continuidad de luchas y reivindicaciones políticas históricas y urgentes, que, ante la imposibilidad de tomar las arterias y plazas de las ciudades, han redefinido las formas de expresión del activismo político y los movimientos sociales, articulando estrategias visuales para la denuncia. En ese sentido, la exposición brinda testimonio de las acciones de condena de los feminicidios y la violencia de género en México promovidas por la Colectiva Hilos.

También la pieza de video teatro del colectivo Caja Negra (El Salvador) aborda la violencia contra las mujeres a través de la recuperación de un clásico de la literatura salvadoreña. Mientras que Humo Audiovisual nos guía por Montevideo siguiendo el recorrido de la Marcha del Silencio en 2020, que debido a la imposibilidad de manifestarse en el espacio público, cubrió los balcones de la ciudad con el reclamo de justicia para las víctimas y desaparecidos de la dictadura, haciendo resonar en todas las fachadas el grito ¿Dónde están?.

La exposición Paréntesis. Relatos desde la incertidumbre construye así un relato colectivo, una suerte de memoria de la crisis social del presente y de un contexto histórico excepcional que ha servido como detonante y catalizador para que la creación contemporánea narre las plurales maneras en que hemos gestionado, como sociedades e individuos, una situación sin precedentes a escala global. Pero, ¿Estábamos preparados para experimentar una pandemia global como la que nos lleva azotando estos dos últimos años? ¿Hemos aprendido algo en este tiempo de excepción? ¿La cuestión fundamental ahora es sobrevivir para volver a vivir como antes, o transformar los modos en que hemos gestionado nuestras vidas? Esta crisis que no solo afecta la salud, los modelos económicos y los sistemas sociales, encarna un punto crítico, de no retorno en nuestra existencia como especie y como planeta.

Mientras que las redes sociales y los medios de comunicación han amplificado un debate sobre las nociones de libertad y dignidad involucrándonos a todxs pero, un debate, en el que sin embargo, no todxs hemos podido participar en igualdad de condiciones.

“Un día más en la máquina, me pregunto: ¿Qué pasa con los que quedan afuera de la red?” Con esa interpelación cardinal termina el texto audiovisual El síntoma, con el que la artista uruguaya María Victoria Graña Laguzzi participa en esta exposición. Para aquellas vidas al margen, “vidas residuales” para el sistema neoliberal —como advierte la filósofa catalana Marina Garcés—, cualquier posibilidad de entrada al orden del discurso es interrumpida por la perentoria necesidad de subsistir, de buscar agua para la higiene, alimentos, trabajo, techo… Esa interrogante esencial que se hace Graña Laguzzi es la que debería atravesarnos y movilizarnos para pensar en nuestros privilegios y en la vida de los otros, aquellos carentes de los derechos de ciudadanía más elementales.

Si no habíamos reparado previamente en lo fútil de nuestra existencia, en lo efímero de nuestros privilegios, este virus al menos debería conllevar un aprendizaje en términos de empatía, solidaridad y sororidad.

En ese sentido, cabe destacar la amplia participación de creadoras, que ha redundado en proyectos donde emerge la sororidad femenina y la agencia política feminista como espacio para pensar los cuidados y los afectos, la educación y transmisión de saberes, la comunicación intergeneracional e interespecies, la desaceleración de los procesos vitales, los modos alternativos de habitar la casa y definir el entorno doméstico, la urgencia de una conciencia ecológica. Reseñar a propósito de esos planteamientos las obras de Diana Villalobos (Costa Rica), Emma Segura (Costa Rica), Paloma Álvarez (Perú), del colectivo PIMES, departamento de audiovisuales (España); la colaboración entre Ela Spalding y Laura Fong Prosper (Panamá), o entre Cecilia Bello Barbé, Laura Bianchi Zaffaroni, Elisa Michelena Santini, Cecilia Mieres Chi, Carla Santángelo Lázaro (Uruguay).

Como se observa, las 51 obras seleccionadas para la muestra se aproximan a poliédricos ángulos que han ocupado el debate público en los dos últimos años; así como a los cuerpos y subjetividades desde los que se han activado esos discursos. Miedos, denuncias, pero también esperanza y perspectivas de futuro asoman en estos 51 relatos desde la incertidumbre. Esta exposición se concibe también en relación con un futuro lleno de posibilidades y promesas de transformación, cambio y aprendizaje.

Así, piezas como las de Gustavo Adolfo Gómez Muñoz (Guatemala), Aquiles Mensa (Guinea Ecuatorial), A.M.E.A Asociación Cultural (Guinea Ecuatorial), SADO colectivx (Argentina), Arturo López Pío Cineamano y Ampersan (México), Marie Jiménez y Eli Mena (República Dominicana), María Victoria Graña Laguzzi (Uruguay), refieren a cómo se han agudizado problemas sociales, económicos y políticos que impactan con mayor violencia en las vidas más desfavorecidas, la pobreza, la falta de acceso a la sanidad y a espacios higiénicos, a una vivienda digna, la vulnerabilidad de las poblaciones migrantes, de refugiados y desplazados, entre muchos otros. Piezas audiovisuales en las que lenguajes y disciplinas como las artes escénicas, la danza contemporánea y las prácticas performativas han sido adaptadas al dispositivo pantalla con sugerente habilidad, transmitiendo toda la intensidad y conflicto de los cuerpos. Estas obras han introducido reflexiones sobre la distancia entre los cuerpos, las limitaciones del espacio de movimiento, las transiciones físicas, los conceptos de libertad, límite, frontera y transgresión. Es el caso de Laura Zanotti, Celeste Onaindia y Carla Camoletto (Argentina) o de Yeinner Chicas (Nicaragua).

Novelas gráficas, cómics y un amplio espectro estético de imaginarios íntimos ilustrados a modo de bitácoras sobre la vida cotidiana durante el confinamiento, realizados con sutileza y humor, encuentran también relevantes exponentes en esta selección bajo la autoría de Pablo Brandolini (Argentina), Grace Mallea (Chile), Pilar Galilea (Chile), Saúl Gómez Mantilla (Colombia) y Coco Guzmán (España).

Hay que destacar, además, aquellos trabajos que han proyectado posibles futuros post-pandemia surgidos de la toma de conciencia sobre el valor de las comunidades locales y de ejercicios de responsabilidad medioambiental ante el cambio climático, como puede apreciarse en el proyecto de SudReal Storytelling (Paraguay).

El equipo curatorial, formado por la comisaria Suset Sánchez y las gestoras culturales Nur Banzi y Macarena Pérez, realizó esta cuidada selección de propuestas artísticas que forman parte de la exposición itinerante.

La convocatoria y exposición nacieron como parte del proyecto Archivos de una pandemia y cuenta con el apoyo del Programa Ventana de la AECID, que busca generar conexiones y diálogos a través del arte y la cultura en el contexto de la actual crisis sanitaria.

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Red de Centros / AECID