Fecha
25 y 26 de noviembre de 2023.
Horario
Sábado 25, 19h / Domingo 26, 13h
Como parte del ciclo: Aperitivos Teatrales. Dramaturgia contemporánea española, que tiene por objetivo difundir en México los textos de dramaturgos y dramaturgas españolas a través de lecturas dramatizadas o semimontados, se presenta por primera vez en México, El cuerpo más bonito que se habrá encontrado nunca en este lugar de Josep Maria Miró, Premio Nacional de Literatura Dramática en 2022.
Este monólogo original de Josep María Miró expone de manera brillante uno de los conflictos centrales que como sociedad padecemos: la falta de empatía. Un solo actor recorre el alma de siete personajes, habitantes todxs del mismo pueblo. La aparición del cadáver de un hermoso joven del pueblo detona una serie de soliloquios que desnudan ángulos y puntos de vista contrastados de la sociedad. En este microcosmos se revelan los miedos, las fobias y las violencias que como individuos nos separan de nuestros semejantes, sin importar la época que habitemos o la coordenada geográfica.
¿Para qué hablar de la violencia si no generamos un asomo hacia una nueva ruta que nos libere de la barbarie?
La brillantez de Josep Maria Miro radica en la manera de desnudar con muy poco la psicología de sus personajes al crear una radiografía que exhibe lo más profundo y hondo de la condición humana. Personas cargadas de deseo y de miedos y prejuicios, condicionadas por su contexto y sus influencias religiosas, sociales, económicas y morales, se confiesan -casi sin querer- frente a lxs oídos de lxs espectadorxs.
Sin justificar ninguna acción o eximir a nadie de responsabilidad social, el autor logra despertar nuestra compasión, empatía y reflexión al aguzar la mirada en el asomo a lo más íntimo de una sociedad que parece enferma de raíz. Esos ojos, inminentemente se vuelven hacia los adentros de quien mira, hacia unx mismx, porque: aunque esta sea la historia de un pueblo específico, en una provincia específica, de un país específico, es en realidad la historia de todxs nosotrxs que formamos parte de una sociedad.
Aunque pareciera que la violencia no tiene solución y el mundo se sienta cada vez más extraviado entre el odio y la falta de armonía (quizás siempre se ha sentido así), Josep nos ayuda a encontrar verdad y poesía en la persona que menos lo esperábamos, recordándonos que a veces nuestro prejuicio nubla la posibilidad de descubrir la verdadera belleza de las personas.
Josep María Miro, ganador del Premio Nacional de Literatura Dramática 2022 por esta obra, vuelve a hacer mancuerna con el director Diego del Río, que estrenó en México al autor por primera vez con la obra El principio de Arquímedes en el 2014.
La decisión de que este monólogo se represente con un solo actor nos obliga a activar más la escucha que la mirada. No hay cambios de vestuario o iluminación entre cada personaje, solo un cambio de ubicación espacial por parte del actor y su propia actoralidad puesta en juego, traducida en sus cambios formales en la voz, el cuerpo y el pensamiento, informan al espectador del nuevo personaje que se interpreta.
Se presenta esta lectura a modo de “trabajo en proceso” del montaje que se espera tendrá su temporada el siguiente año en la cartelera mexicana. Con un espacio en donde las butacas forman un círculo, como los grupos de ayuda para los adictos o las juntas vecinales, cada persona del público marca su nombre en una etiqueta que se colocará en el pecho o la parte del cuerpo que decida. La reunión que se convoca en esa función específica es la representación de la sociedad misma. El actor que interpreta los distintos personajes se quitará la etiqueta que tiene su propio nombre dando simbólicamente la información de que se “vacía de sí mismo para entrar en otrxs”. Irá marcando el nombre de cada personaje que interpretó al concluir el soliloquio de cada unx a vistas de nosotrxs, ocupando cada silla que queda vacía en el círculo, excepto por la primera: la del joven cuyo cuerpo apareció sin vida entre los matorrales. Esa etiqueta se colocará en la silueta que está marcada al centro del círculo a manera de “escena del crimen”. Solo con este personaje y con el entrañable Blue, el último personaje del viaje, el actor no permanecerá sentado. Son quizás los dos que frente al movimiento, le dan una sacudida a este pueblo que parece detenido entre formas antiguas que no evolucionan con la época y que replican las mismas violencias una y otra vez.
Hay también otro elemento que se encontrará la audiencia: fotografías de personas que son quizás parte de este pueblo. Imágenes que descansan en cada silla y que revelan cuerpos cargados de historias y pasado.
El teatro de Josep es para escucharse. Es un teatro que incomoda por su crudeza temática pero al mismo tiempo, su belleza en la forma, nos revela metáforas desde lo poético que nos permiten profundizar en la reflexión que como público podamos llegar a tener acerca de las preguntas que el autor nos plantea: ¿Quiénes somos? y, ¿hasta cuándo seremos estos que somos y hemos sido durante ya tanto -tantísimo- tiempo?
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