Fecha
Jueves, 21 de marzo de 2024.
Horario
19 horas
Lo dijo con la mano, ¿cierto? es un ciclo curatorial concentrado en los usos performáticos y expandidos de lo literario en las artes vivas donde performers y bailarinxs se cuestionan sobre la cinética del lenguaje y su uso en múltiples relaciones con el movimiento.
En la primera sesión, Juan Francisco Maldonado presenta la conferencia performática Ratas doradas.
Puesto que históricamente les desviades no hemos tenido líneas genealógicas tradicionales (es decir, familiares o institucionales), nuestro conocimiento se ha transmitido de mano en mano, de boca en boca, de ano en ano, a través de las alianzas sodomíticas y amistosas que tejemos intergeneracionalmente. Esta conferencia performática parte de preguntarnos por las cosas que hemos perdido en la masacre, en el sodomicidio. Es un intento, especulativo y ficticio si se quiere, de encontrar un vínculo entre el lenguaje, la sodomía, la magia y el baile para desenterrar y revivir vínculos, experiencias y conocimientos que nos fueron arrancados. Una necromancia sodomítica. Una apuesta por revivir a nuestres muertes, bailar con elles, preguntarles cosas, lamernos las caras y decir: “Tu muerte no significa tu desaparición”.
JUAN FRANCISCO MALDONADO. Ciudad de México, 1985. Le interesa la coreografía, el cuerpo, la teoría y sus interrelaciones aplicables a múltiples territorios como la música pop, el ejercicio editorial, la crítica, la pedagogía y los dispositivos sociales. Pertenece al Colectivo AM (Arrecife, 2013, MUAC; Banco Universal de Pasos de Baile; LACE 2019), es parte de la banda coreográfica electropical Los Vecinos del Ritmo y de La liga Tensa, que investiga la protesta como fenómeno coreográfico (Es enorme y se mueve como el gas, 2017, Casa del Lago). Fue comisionado por la Bienal FEMSA 2020 junto con Nadia Lartigue para desarrollar la pieza “Canciones para Personas que También son Espacios” y por Connecting the Dots para la instalación sonora “Ay, olor” (2021). Sus textos han sido publicados en Tierra Adentro, La Tempestad, Lobo Suelto, Blog de Crítica y recientemente en las antologías Nada, de la editorial Alacraña, Vamos pal perreo, de Fruta Bomba, y El tiempo es lo único que tenemos, de Caja Negra.
el culo nuestro de cada día/aparecer la otra ciudad:
notas a partir de Ratas Doradas de Juan Francisco Maldonado
Iluminación: Nadia Lartigue
Por Santiago Villalpando
él se ha ido. gozaos, vosotros,
los que una vez negaron su hermosura.
vayamos a empedarnos, mi amor,
a la mitad de la laguna
abigael bohorquez (1)
19°26’07.7″N 99°07’58.8″W
la magia es un fenómeno cavernoso. imagino el origen de un conjuro, reptando de manera simultánea desde la corteza motriz del cerebro y desde algún recoveco de la tripa, cerca del perineo. se arrastran entre la oscuridad. mucosa naciendo de ella sin dejar de ser parte-de. se buscan a medida que crecen, necesitan espacios húmedos y reverberantes en los que llenarse de potencia antes de vertirse hacia el mundo. cuando se encuentran, se funden tirando de sus puntos de origen. entonces, el oleaje de la saliva, el click de los hilos que se estiran y rompen, las burbujas entre los dientes, la lengua que acaricia, que envuelve, el paladar que macera. una boca es un caldero. y el conjuro se escupe/suspira/escurre.
nos sentamos en un museo sobre un cementerio sobre una chinampa sobre un lago a llamar a nuestrxs muertxs, conociendo los nombres de muy pocxs, intuyendo lo que nos conecta con otrxs muchxs. lxs sabemos nuestrxs porque no sabemos nada más. la invocación nos atraviesa, se desliza por nuestras humedades.
(la primera vez que decidí dejarme ver con las uñas pintadas fue la primera vez que se me apareció un muerto. “por esto mi papá ya te hubiera echado de la casa, como a su primo Pepe”. durante un segundo la historia familiar levantó el velo y descubrió a alguien de quien lo único que sé es que era, de alguna manera, como yo. un fantasma es una advertencia.)
19°24’28.9″N 99°10’05.0″W
el rito termina, pero el conjuro se aferra a los cuerpos para expandirse. sale a la calle, a la noche que se parece tanto a la caverna. unido a cuerpxs que saben (porque han aprendido cómo) moverse entre las sombras, hace aparecer una segunda ciudad que está oculta entre los pliegues de la primera. una segunda ciudad que sabe de vampiros, glamour y sangre, de brujas y madres autofecundas, de esquinas mágicas, de fantasmas y sigilos.
(la primera vez que correspondí al llamado de una mirada clandestina sentí la descarga de un código nuevo que me permitía acceder a una frecuencia antes desconocida y que después no pude dejar de ver en todas partes. en pasos cebra, puentes, parques, baños, oficinas y, evidentemente, en todos y cada uno de los medios de transporte público de la ciudad)
19°26’00.2″N 99°09’40.7″W
y aquí son las miradas las que hablan: trazan líneas, analizan el riesgo, siempre hay un escaneo de recibimiento, hacen negociaciones silenciosas, los ojos se clavan en puntos específicos, apuntalan el deseo. si la insistencia no resulta, ceden, vuelven a viajar, fingen deambular hasta lograr coincidencias. hay ansiosos, demasiado evidentes, que casi nunca atinan, la construcción debe ser casi invisible. hay redistribuciones de los cuerpos: las tensiones lxs acercan o alejan, se buscan puntos ventajosos para mirar o ser miradx, para tocar o ser tocadx, para cubrir, para espectar, para alentar, para defender el sec
reto. todo se sacude cada vez que una mano entra en un bolsillo y se decepciona cuando saca un celular. hay quienes vienen a dar show, a ser deseadxs, sin más. hay quienes llegan en pareja o con amigos y ojean mientras platican y ríen. se adivinan e inventan pautas que marcan límites: cuándo se puede agarrar/mamar/dedear/coger y la que parece ser la más peligrosa (por evidente, por imposible de esconder) de todas: cuándo se puede besar.
todos estos códigos operan en simultáneo entre decenas o cientos o miles de desconocidxs que van y vienen. están inscritos entre los arbustos, los bajopuentes, los vagones de metro, listos para ser aprehendidos por quienes los estén buscando (o por quienes tengan los poros dispuestos para encontrarlos). son códigos que sobreviven y se actualizan sin manuales ni colegios ni gobiernos, por una transmisión vibrátil entre quienes los adoptan. si los censuran, si los desplazan, encuentran siempre nuevos territorios que plegar sobre sí mismos (lxs sodomitas amamos los pliegues).
19°26’11.6″N 99°06’50.0″W
¿qué queda de nosotrxs en los sitios donde hemos sido “tan lúbricos, tan móviles, tan fértiles, tan plácidos, tan sórdidos”[2]? ¿qué dolores y qué saberes quedan entre los muros de la antigua calle de la paz no. 12, del ahora archivo general de la nación, del taller, el nueve, el safari, frente al h. congreso de la unión, entre los árboles del pedregal de san ángel, en el lago encapsulado bajo nuestros pies? ¿qué senderos se nos revelan al caminar chueco, al desviarnos de la ruta? volvamos, con los ojos, los oídos y los culos abiertos.
19°26’05.2″N 99°09’23.5
«W
esta otra ciudad la anduvieron tantxs otrxs. la bailaron, la gozaron, la enrarecieron, la sufrieron, la xotearon. en ella se encontraron y organizaron. sus lenguajes, sus códigos, sus historias y sus conocimientos están ahí, suspendidos, vibrantes, a la espera de que los recuperemos. tuvieron otras formas de acompañarse, de desearse, ensoñaron otros futuros. nuestrxs muertxs resistieron contra los embates de miles de iteraciones del estado sodomicida y nos dejaron (a la mano) una tradición de baile, de belleza y de clandestinidad. deben haber dejado mucho más.
hoy la recorro arrastrando un conjuro con el que busco monumentos maricones y besos transhistóricos entre dos mundos sobrepuestos.
(la primera vez que lloré a alguien que se me murió, fue a chavela vargas. porque algo había que la emparentaba conmigo, ya luego supe qué.)
19°25’55.4″N 99°07’09.6″W
si nos privaron de la tradición oral, indaguemos una anal. también cavernosa, también húmeda, también reverberante. exhalemos nuestras plegarias de rodillas, los anos las reciben gozosos. topémonos de lenguas con la divinidad de los recovecos, con la potencia creadora del encuentro. aquí aparecerá nuestra mística, nuestro éxtasis, nuestrxs mártires.
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por ahora diré que este texto me lo saqué del culo, y lo pensaré como un honorífico.
[1] Bohórquez, «Digo lo que amo», p. 54
[2] Bohórquez, «Poesida», p.40
el culo nuestro _ aparecer la ciudad
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